Mis obras tratan del puerto, los conventillos, su gente, sus costumbres y el Tango. Las ropas colgando despreocupadamente de los balcones, afloran en mis telas, como mudos testigos de la diversidad cultural. Muestro los colores impuestos por los inmigrantes que llegaron con deseos de buscar otros horizontes. Se trata de una multiplicidad cultural que hoy forma parte de nuestra vida, de nuestra idiosincracia, nuestra manera de ser y sentirnos argentinos.
Sí somos nostálgicos, exagerados, egocéntricos, pecamos de soberbia, pero vivimos en una patria grande, de corazón abierto, con gente de brazos extendidos que sigue reciviendo y albergando a personas de todos los rincones del mundo.
Por ello me encanta ser argentina y crear arte con el palpitar de su gente.