La pintura al aire libre constituye uno de mis placeres.
Tal vez me hallen en algún recoveco de mi ciudad, abstraida trabajando, escuchando algún tanguito.

"El color de una simple línea pintada con pincel puede llevar a la libertad y a la felicidad" Joan Miró.


Siempre me preguntan, el por qué de la elección de mis temas. Esto me ha hecho cuestionarme, y buscar respuestas. Llegué a la conclusión de que muchas veces sin darme cuenta en principio, me fui conectando con los recuerdos de mis abuelos inmigrantes, quienes volcaron en mí, la pasión que sentían por los movimientos sensuales de esa danza que practicaban a hurtadillas de la mirada paterna.

De mi padre Horacio Alberto Cabrera heredé la pasión por la historia de la ciudad y su amor a la patria.
Así más o menos comencé una búsqueda apasionante, en pos de las posibilidades que se me abrían ante el tango.

"El Tango es una posibilidad infinita".      Leopoldo Marechal

Tomando como lema la frase de L. Marechal, me aboqué en esta búsqueda apasionante.
Durante su desarrollo, fui encontrando respuestas a una serie de incógnitas que tenía en mi propia creación.
¿Cuánto de las letras del tango reflejaban mis obras? ¿Eran capaces de emocionar al espectador? ¿Recordarían mis imágenes una vez que las hayan visto? ¿Mis chicas, serían capaces de seducir a los incautos que las observen?

Para hallar la respuesta investigué a artistas que de alguna manera utilizaron una postura de sensualidad dentro de su obra, empleando la imagen femenina, aunque de forma diferente entre sí.
Necesité también no solo oír la música o comprender sus orígenes, sino también verlo bailar y tratar de aprender su danza, ritos y códigos.
Aunque en el Centro Cultural Rojas, y en “La Viruta”, haya quedado mi paso imborrable sobre algún que otro pie.