miércoles, 15 de julio de 2009


En esta sociedad del siglo XXI tan preocupada en el tener y no en el ser. Poco espacio se tiene para el nosotros.

El TANGO recupera ese encuentro en donde los roles están marcados, en donde la mujer se siente protegida, donde no desea ni compite con el hombre.
En el tango hay contacto, los sentidos a flor de piel, la mirada se vuelve penetrante, los ojos se reconocen y estudian; los cuerpos se rozan y entrelazan.


Los rostros están cerca, casi se besan, pero no sucede, el clima llega a su punto máximo, termina la pieza, culmina el baile, se separan, se produce la pérdida (la muerte). Otra vez la soledad...Suena la música, otra vez se reanuda el rito. Música, caliente y fría a la vez, que sube desde las entrañas y se pasea por el corazón, para volver a morir en ese encuentro de cuerpo y alma.







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